21 de mayo de 2012

DANS LE NOIR


Dans le Noir es un nuevo concepto de restauración lanzado por dos empresarios (Edouard de Broglie y Etienne Boisrond) que junto a la asociación Paul Guinot luchan por la reinserción de las personas invidentes en el mundo laboral y empresarial. 

Dans le Noir es un restaurante dónde pasar una velada totalmente a oscuras. Una experiencia sensorial para jugar con los sentidos.

Ya en el siglo XIX, algunas asociaciones de invidentes, organizaban cenas a oscuras para que los familiares se sensibilizaran con su problema.

Los ojos actúan como una cámara fotográfica captando los estímulos luninosos y trasladándolos al cerebro. Con ellos podemos dar forma a los objetos y ver su color. Cuando carecemos de alguno de nuestros sentidos tendemos a desarrollar más los otros. Así, si carecemos del sentido de la vista, desarrollaremos más el olfato y el gusto. Y en Dans le Noir podemos llevar a cabo esta práctica. 

En Dans Le Noir, podrás degustar un menú sensorial y redescubrir sabores, olores y texturas con más intensidad. Es muy curioso comprobar cuán discapacitado te llegas a sentir sin poder ver ya que el resto de los sentidos los tenemos muy poco desarrollados y no los llegamos a utilizar a pleno rendimiento.

Dans le Noir está en París, Moscú, Londres y Barcelona. En la ciudad condal está situado en el Pº Picasso, nº 10,  en el barrio de Sant Pere, muy cerca del Borne dónde puedes ir de copas al salir ya que hay mucha marcha. 


En mi despedida de soltera, mis compañeras de trabajo, nos regalaron una cena en Dans le Noir, y ayer tuvimos el placer de disfrutarla. Íbamos intrigadísimos y con ganas de pasarlo bien pero no imaginábamos lo que nos esperaba. Nada más entrar, encuentras el bar y el personal que te atiende te toma nota del nombre y te hacen pasar al lounge. Aunque antes tienes que despojarte de todos los objetos personales (bolso, chaqueta, móvil, reloj...) y dejarlos en una taquilla. A continuación te sientas en el lounge dónde el personal te explica brevemente el concepto y te tranquiliza. Así eres informado de que vas a cenar a oscuras totalmente, con gente a la que no conoces, que tu camarero es ciego (he oído que en algunos sitios los camareros llevan gafas con infrarrojos pero aquí son invidentes reales) pero nunca de lo que vas a comer ni a beber. Es una sorpresa! Allí esperas el turno de la cena (hay dos turnos: uno a las 20.30 y otro a las 22.30h) tomándote algo si quieres. Es un lugar muy agradable, cómodo y dónde disfrutarás de los últimos minutos de luz.


A las 20.30h te llaman por tu nombre y te acercas a la entrada del restaurante con el resto del grupo. Te presentan a tu camarero y te dan unas recomendaciónes de seguridad para entrar (no irte por tu cuenta, no hacer demasiado ruido para no desorientar al personal...). Nuestra camarera era Pilar, una chica encantadora que nos hizo menos discapacitados de lo que realmente somos con su ayuda y su sonrisa. Nos amenizó la noche y nos ayudó en todo. Por fin era hora de entrar. Nos separaron de nuestras parejas y nos pusieron en fila cogiéndonos del hombro para no perdernos. Era el momento de cruzar la puerta, una gran cortina negra. Tras la cortina, oscuridad total. 

Al principio te agobias un poco y te sientes perdido entre gritos, risas e indicaciones de Pilar. Por fin llegamos a nuestro sitio de tal forma que acababas sentado con tu pareja enfrente. Pero lo adivinabas por la voz porque si mirabas al frente no había nada! 

Pronto empezaron a traer los platos y las copas y Pilar te avisaba cuando iba a ponértelo o a retirártelo. Allí empezó un juego sensorial de verdad; por mucho empeño que ponías no llegabas a saber del todo que estabas comiendo, cuánto te quedaba en el plato ni como cogerlo. Al final acabas con las manos en el plato! Y con el vino lo mismo, no acertamos ni uno. El que pensabas que era blanco era rosado y el que creías tinto era un blanco... Una experiencia divertida, humana, extraña y solidaria que te permite compartir por un rato las sensaciones de las personas invidentes y de la que aprendes que ellos son igual de capacitados que tú para realizar cualquier trabajo. Ayer los discapacitados éramos nosotros. 

Al finalizar la cena, había que volver a formar una fila y Pilar nos acompañó nuevamente fuera. La luz nos deslumbró por un momento y cuando nuestros ojos se acostumbraron fue cuando descubrimos lo qué habíamos comido y bebido. Evidentemente, no acertamos casi nada. 

Dans le Noir cambia los menús cada dos semanas y ofrece la posibilidad de realizar catas de vino a oscuras. Además, un 10% de los beneficios son donados a asociaciones de invidentes y de protección a la infancia. Un lugar para repetir, altamente recomendable y que no hay que perder de vista.
Gracias chicas por este gran regalo!

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